Es muy importante tener claro este concepto, sobre todo para quien pretenda realizar un trabajo eficiente como jerarca, considere importante ser un buen integrante de grupo, necesite alcanzar resultados positivos liderando equipos, aspire realizar una buena educación para sus hijos y muchas otras actividades más de la vida cotidiana.

Para empezar, no es lo mismo “oír” que “escuchar”. La diferencia radica en la postura del receptor. Si escucho, estoy prestando atención a lo que oigo. Si oigo, estoy percibiendo sonidos sin internalizarlos. A much@s les habrá pasado de estar hablándole a alguien sabiendo claramente que no está escuchando. Esto lo muestra su postura, sus gestos o simplemente los resultados obtenidos con posterioridad a nuestra comunicación.

Es bien interesante el mecanismo estratégico para pasar de una simple “oída” a una profunda “escucha” pero no es éste el punto sobre el cual pretendemos focalizar.

No hay mayor poder de convicción que “accionar” acorde a lo que expresamos. Si trasmitimos nuestras expectativas  y no actuamos alineado a ello, no seremos creíbles. Debemos ser modelo de lo que pretendemos si queremos que nuestras palabras no caigan en “saco roto”. Nuestras expresiones tendrán la fuerza necesaria si y solo si, nuestras acciones se amalgaman perfectamente con nuestras palabras.

“ El poder de nuestras actitudes superan ampliamente a nuestras declaraciones”  

Pin It on Pinterest