Depende. Si quisiera darme un cachetazo, podría hacerlo solo, inclusive podríamos estar frente a un espejo y mirarnos cómo se pone rojo el cachete, pero no es el tipo de resultados del que pretendemos referir.

Desde el siglo XV filósofos reflexionaban sobre este tema Montaigne, Maquiavelo, Hobes, en el siglo siguiente Pascal, Bruyére, Rochefoucauld, concibiendo la actividad social o comunitaria como “antinaturales”, la individualidad, el autoabastecimiento era lo natural. Aquí surge la frase “el hombre es el lobo del hombre” considerando que los hombres se matarían entre ellos si dejaban sus aspectos de auto-dependencia.

Trescientos años después estos conceptos perimieron.

En el siglo XVIII Hegel concebía al ser humano en sociedad y más, en la línea de Rousseau, con la necesidad de reconocimiento por los demás, débiles, fuertes y otros que deben ser testigos de ello. Pero lo importante es: ¿y hoy? Nosotros trasmitiremos nuestra opinión: “Concebimos al ser humano en comunidad, necesitando de otro ser humano para definir su propia existencia”. Personas interactuando con otras sistemáticamente, tanto sea en el trabajo, familia, tiempos de recreación, amigos y muchas situaciones más y aquí comienza este mundo infinito de alegrías y tristezas generadas por el “relacionamiento” entre todos.

El mundo de los “grupos y equipos” no escapa a estas situaciones y por tal, profundizaremos en ellos.

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