Generalmente utilizamos estos términos en forma indistinta pero distan bastante de querer decir lo mismo.
Lo más común para diferenciar conceptualmente estas palabras es utilizar el ejemplo clásico de que la ayuda es “regalar el pescado” y apoyo es “enseñar a pescar”.
En el primero tendría pescado pero seguiré necesitando que alguien me lo regale y en el segundo tendría pescado por mi propio esfuerzo.
Creo que no hay duda que el valor del apoyo es superior al de la ayuda, sin dejar de ser los dos “valores”.
En este sentido, también, encontramos a la ayuda como una actitud facilista, de mínimo esfuerzo “focalizada en nosotros” y por el otro lado al apoyo como una actitud comprometida, de dedicación “focalizada en el otro”.
¿Por qué esto?
Es importante que en el momento que decidamos cooperar con alguien en el marco de un equipo o en nuestra vida personal, tengamos bien claro que no es lo mismo apoyar que ayudar, los resultados son muy diferentes.
Maximicemos nuestra actitud, los beneficios volverán con creces.
Mejores personas hacen un mejor contexto, un mejor contexto hace un mejor ambiente, un mejor ambiente hace mejores resultados.