Alguien se podrá preguntar y ¿qué tiene que ver esto con los equipos de trabajo? A lo que le respondo, “mucho”.

Indudablemente el título que encabeza el artículo tiene una dimensión mucho mayor que los equipos de trabajo. Es un concepto que trasciende el área técnica cuya esencia focaliza prioritariamente en que nada es absoluto, todo es relativo dependiendo de nuestra formación, creencias y ángulo de visualización. Si nos trasladamos a lo lírico podríamos asimilarlo al poema del español Ramón Campoamor (1817-1901) donde expresa: “….nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira”. Frase que en España es considerada “Ley Campoamor”.

Cuando estamos liderando un equipo de trabajo debemos tener en cuenta una infinidad de variables para tomar actitud y acción frente a lo que consideramos “hechos destacables”. En la metodología gestáltica se les denomina “figura”.

¿A qué nos referimos?

En el desarrollo de trabajo de un equipo surgen actitudes, posturas, hechos que, como líderes debemos saber que hacer con ellos. Esto basado en que todo líder pretende el buen funcionamiento de su equipo alineado al logro de sus metas. Existe una metodología muy poderosa para saber cuándo, cómo, porqué y para qué intervenir frente a estos acontecimientos, pero no es en lo que pretendemos focalizar ahora.

La intervención del líder frente a esta “figura” debe ser certera y por ello debemos tener muy claro lo que “está aconteciendo” y para llegar a esta claridad, previa a la acción (intervenir), debemos pasar por un proceso rápido de análisis interno que nos haga analizar que lo que consideramos como un “hecho destacable”, realmente lo es. Es que por diferentes motivos podríamos estar proyectando nuestras debilidades al equipo cuando en definitiva no los tiene.

Una forma que nos ayuda a tener claridad sobre este aspecto es preguntarnos: ¿para qué voy a intervenir? Lo que no define completamente que estemos en lo correcto.

En definitiva, existen herramientas poderosas que como líderes debemos conocer si pretendemos guiar eficientemente a nuestro equipo de trabajo. Nos atrevemos a expresar que liderar un equipo es “el arte” de combinar relaciones humanas. También debemos tener presente que como seres humanos somos imperfectos y que como tales podemos minimizar los riesgos de error, siendo utópico llegar a la perfección.

Como líderes no pretendamos ser perfectos, siendo excelentes lo lograremos.

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