Esta frase es más poderosa de lo que podemos imaginar a primera impresión. Cuando la leímos (creo que fue a un escritor chileno) nos pareció interesante, después importante y pasando el tiempo concebimos imprescindible su comprensión.

Nos motiva a reflexionar sobre esto un caso particular que nos sucedió en el día de ayer (viernes). Habíamos quedado en pasar por un lugar para reunirnos con alguien. Llegamos a la hora correcta y allí una persona nos dice: “…pero te esperábamos el próximo martes” A lo que le contestamos que no, mostrándole la comunicación que nos habían realizado. Llamando a la persona, por teléfono nos dice: “Te dejé un mensaje para cambiar el día y hora, ¿No lo escuchaste?”. Nuestra respuesta fue un decepcionado: NO.

Sin hacer juicios de valor ni calificaciones que no vienen al caso porque en definitiva no era un tema de gravedad ni tuvo consecuencias importantes, nos motiva reflexionar sobre el caso.

¿De quien es la responsabilidad de la comunicación? ¿De quien la trasmite o de quien la recibe?

Tendemos a no hacernos cargo de lo que nos sucede. Si somos quienes trasmitimos la comunicación creemos que si al destinatario no le llega, es su responsabilidad y si somos nosotros los receptores, consideramos que la responsabilidad es de quien nos la envía. Como si existiera un mundo girando alrededor nuestro debiendo estar atento a nuestras apetencias.

Así como concebimos que la única forma de estar completamente seguros de haber realizado una buena comunicación, es el resultado obtenido, también consideramos que una verdadera y efectiva comunicación está completa en el momento que tenemos pleno conocimiento de que la misma a llegado correctamente a su destinatario.

Son dos conceptos muy importantes y en la medida que los encarnemos en nuestras actitudes, evitaremos muchos problemas y mejoraremos nuestras relaciones interpersonales y sociales.

Cuantas veces han realizado estas preguntas: ¿Enviaste la invitación a …..? ¿Le dijiste a fulanito que…..? O ¿Le respondiste a …….tal o cual cosa? Y la respuesta fue: “Si, la mandé por correo…”. O “Si, llamé varias veces…” O “Sí, le deje un mensaje….”. Todas estas respuestas no deberían ser un simplista SI, deberían ser un rotundo NO.
En nuestra siguiente reflexión profundizaremos en el otro concepto interno de la poderosa expresión:
COMUNICACIÓN NO ES LO QUE SALE, ES LO QUE LLEGA

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